Carta pedagógica: ¿Castigos o consecuencias educativas?
09 febrero, 2023
Acompañamiento del libro: Cole de Locos
Cuando los niños no llevan a cabo sus deberes o no cumplen con las normas establecidas en casa solemos recurrir a castigos. Pero, ¿Qué tan efectivo es tu castigo para corregir su conducta? El castigo convencional está basado en “tu conducta es reprobable, por eso te quedarás sin jugar ni ver televisión”, pero está más que comprobado que estas sanciones no le cuestan ningún esfuerzo al niño y, muchas veces, no tienen relación directa con su mal comportamiento, por lo que no son de utilidad para cambiar su conducta.
La mayoría de las ocasiones los castigos por sí mismos no resuelven la situación, acaso la remedian temporalmente, recordemos que el objetivo de corregir a tu pequeño debe ser educarlo y concientizarlo para entender que sus acciones tienen consecuencias y debe asumir la responsabilidad de las mismas, por ello debe optar por cambiar su actitud. Una sanción adecuada debería de ayudarlo a reflexionar sobre sus acciones para brindarle mejores alternativas de comportamiento.
Privar a los niños de un rato de esparcimiento o diversión por caer en una conducta errónea no soluciona el problema desde su origen. Mucho menos el causarle daño físico o psicológico, estas acciones pueden tener consecuencias negativas en un futuro cercano. Para hacerle un bien a tu pequeño, opta por generar una consecuencia educativa en lugar de un castigo.
¿Cómo diferenciamos un castigo de una consecuencia educativa? Una consecuencia educativa o castigo educativo tiene que costarle un esfuerzo al niño para ayudarle a generar autocontrol, así la siguiente vez que esté en una situación similar será capaz de detenerse y analizarlo antes de actuar. La característica principal del castigo educativo es que al niño le cuesta esforzarse para cumplirlo.
Un castigo educativo debe ser inmediato a la falta, coherente, aplicable y con firmeza. Una actitud firme por parte de los padres debe expresarle a su hijo que están convencidos de lo que están haciendo, que es por el bien del pequeño y la única manera de evitarlo en un futuro es entendiendo que debe modificar su conducta.
Como ejemplos prácticos de consecuencias educativas ante conductas inapropiadas, les proponemos los siguientes:
- Si tu pequeño no ha terminado la tarea durante el horario correspondiente, levántalo una hora más temprano de lo que acostumbran antes de ir a la escuela para terminar sus deberes.
- Cuando se niega a sentarse para cenar cuando lo llaman, retírale el plato de la mesa y guárdalo en el refrigerador. Puedes darle un yogur o un plato de cereal, pero nada más.
- Cuando tenga una actitud grosera o altanera con alguno de sus padres o familiares, ponle a redactar una carta donde exprese el porqué de su comportamiento, a la vez que reconozca su error, reflexione en cómo se sentiría si alguien lo tratara de la misma manera y exprese sus disculpas.
- Si es que come muchas golosinas y evita las verduras, así como otros alimentos saludables, salgan al patio o al parque para ejercitarse juntos. Establece una rutina que lo deje cansado, pero tampoco lo dejes completamente agotado. Llegando a casa sírvele verduras con su cena, descubrirá que con apetito todo sabe mejor.
Pueden ponerse creativos en casa para generar consecuencias educativas de acuerdo a las faltas más comunes cometidas por tu pequeño, toma en cuenta las siguientes pautas para que el castigo tenga consecuencias positivas.
- Corrígelo inmediatamente. Aplica la sanción adecuada en cuanto te enteres o des cuenta de lo sucedido. Castigar a tu hijo por algo que hizo el día anterior puede generar en él una sensación de que lo que hizo no tiene consecuencias.
- Mamá y papá deben estar de acuerdo. Debe haber coherencia entre lo que dicen ambos. Si uno dice que no mientras el otro dice que sí, el niño acudirá siempre con quien le dé la respuesta que busca.
- Sean firmes en su decisión. No pueden ponerle un límite al pequeño abruptamente y después dejarlo que haga lo que quiera. Si establecen horarios y condiciones, deben cumplirlas a cabalidad. Pueden ser flexibles en algunos momentos, por ejemplo, cuando notan un cambio en su actitud y comportamiento. Pero deben mostrar siempre la firmeza de que ustedes tomas las decisiones y ponen las reglas por su bien.
- Debe ser coherente. La corrección debe ser acorde a la magnitud de la falta cometida. No pueden sobrepasarse o evitar las situaciones, encuentren la manera de lograr una amonestación justa.
- Pidan las cosas con amabilidad. Pídanle las cosas de manera amable, respiren y no se dejen dominar por el enfado. Los niños reaccionan mejor cuando nos mostramos francos ante ellos.
- Participa en el proceso. Antes de obligarlo a hacer una actividad, lo mejor es platicar con él para mostrarle las opciones que hayan pensado para enmendar su error. También pueden involucrarse en el proceso, de esta forma evitarán un rotundo no o protestas al respecto. En lugar de decirle “corre a hacer el aseo de tu habitación”, intenta con “¿Qué te parece si te ayudamos a hacer la limpieza de tu cuarto?”. De esta forma se involucran en el acto.
- Expliquen las consecuencias de sus actos. Puede que su hijo no haya reflexionado sobre la magnitud de sus actos. Platiquen con él para explicarle las consecuencias de sus faltas, muchas veces puede estar cegado por su visión personal de las cosas. De igual manera, le estarán dando la oportunidad de explicarse y entender su punto de vista.
Tengan presente que es importante entablar una comunicación adecuada con sus peques. Explicarles sus motivos para que entiendan qué es lo que quieren lograr y por eso insisten en un cambio de actitud o comportamientos les hará entender que todo lo hacen por su bien.
La finalidad de un llamado de atención a tu hijo o hija es corregir su conducta, la manera que elijas para hacerlo es decisiva para que el cambio sea para bien de su disciplina personal.